Con hermosas vistas hacia la Presa Solís se encuentra la comunidad de Puriantzícuaro, municipio de Jerécuaro, Guanajuato.
En la tarde de agosto en la que La Prensa Libre visitó el pueblo, acompañado por Guadalupe Mishel Rodríguez Guerrero y Daniel Carrasco Pantoja del ayuntamiento de Jerécuaro, se encontraban de vacaciones Omar Hernández Mora, su esposa Yerania y tres de sus hijos, todos de Rogers, Arkansas.
Según Omar, "No hay una comunidad de por acá que no tenga gente allá en Arkansas. La gente ya no transita por Texas o California, se va directamente a Arkansas porque en California todo está muy caro. Arkansas está creciendo muy rápido porque Walmart está en el condado de Benton. La gente va donde está el oro".
De acuerdo con Omar, la mayoría de los mexicanos en el Noroeste de Arkansas empieza trabajando en la Tyson -- en el pollo o el pavo --, algunos en Walmart, en la jardinería y en los restaurantes, pero los de Puriantzícuaro tienen su especialidad. Muchos trabajan pegando azulejo o ladrillo, en la construcción y en la albañilería, pero sobre todo en la instalación de alfombras. En ese trabajo, según Omar, "Un ayudante gana de US$100 a US$300 al día, y el jefe algo más. Se paga por metro. Un equipo de trabajadores alfombra una casa en dos o tres horas. Siempre hay trabajo".
Yerania, la esposa de Omar, quien nació en California de padres de Jerécuaro y Petemoro, recuerda que cuando llegaron a Rogers a finales de los 1990s, "Había poca gente, eran contados los mexicanos. Ahora veo que está creciendo mucho la comunidad y que está bien integrada. Por ejemplo, nosotros tenemos cuatro hijos: uno no vino de vacaciones porque está en la banda de la escuela, es el primer saxofón y no quiso perder su lugar, tenemos un hijo de 21 años, otro en Rogers High School y dos en Kirksey Middle School en Rogers".
Beneranda Mora Silva, la delegada de la comunidad de Puriantzícuaro, dice de los migrantes: "Han hecho todo aquí. Quiero agradecerles porque ellos se han estado llevando a cabo muchas cosas, han hecho crecer el rancho, estaba muy abandonado. Gracias también al ayuntamiento que nos ha echado la mano."
Por su parte, Guadalupe Rodríguez del ayuntamiento señala el papel de la delegada. "Influye el liderazgo de Doña Bene. Es una cadena. Tenemos buena coordinación", dice Rodríguez.
Sin embargo, queda mucho por hacer, dice la delegada. La primaria solo tiene 22 niños en dos grupos con una maestra, el kínder posiblemente se cierre porque hay solo cuatro niños, y para la escuela secundaria los jóvenes se tienen que trasladar al pueblo vecino de Zatemayé.
La mayoría de los habitantes de Puriantzícuaro trabaja en la fábrica de arneses Condumex en Jerécuaro, en la pesca o la construcción. En la comunidad hay seis albañiles y unos 30 chalanes (ayudantes de albañil), según Omar.
Marcelino Hernández Jiménez, esposo de la delegada, dice que en el pueblo tiene "Mi trabajito, la pesca. Hay tiempo en que cae el pescado, pero ahora mismo no se puede, está verde el agua por las algas."
No todos los migrantes del pueblo se van a Arkansas. Muchos se van con contratos de trabajo a Canadá a sembrar árboles o a los campos, o a Florida y a Luisiana, donde los de Puriantzícuaro tienen otra especialidad: trabajan en los criaderos de cocodrilos para la carne, la piel, las botas y las bolsas.
"Los migrantes vienen y se quedan, sobre todo los que están pensionados, pero allá tienen citas con el médico, su familia, sus hijos y sus nietos, entonces van seguido a Arkansas", dice la delegada.
La fiesta patronal de Puriantzícuaro es el 13 de junio, día de San Antonio de Padua, pero la fiesta mayor es el 27 de diciembre, por el Señor de la Agonía. "Por eso mi rancho se llama Rancho La Agonía", explica Omar. "Me dedico a la ganadería desde hace dos o tres años, aquí y allá. En Arkansas, trabajo en la remodelación de casas, soy contratista. La ganadería es un pasatiempo para mí".
Puriantzícuaro tiene 315 habitantes permanentes, pero la población se duplica en la fiesta del pueblo. En la fiesta grande del 27 de diciembre, hay jaripeo y el ambiente se pone bueno. "Aquí en diciembre, no hay ni donde estacionarse", enfatiza Omar.
Para Omar, es importante regresar al pueblo de vez en cuando. "Se extraña todo, la familia, la comida. Estás allá y quieres estar aquí, estás aquí y quieres estar allá. Aquí hay libertad, allá se usa el carro para todo, no hay gente en las calles", dice.
Omar siente que los migrantes de Puriantzícuaro en Arkansas tienen que involucrarse más. "Que se junten más, que entren más al ruedo. Somos contados, somos menos del ocho por ciento los que participamos. Hemos trabajado para construir el centro comunitario y los caminos. Organizamos el proyecto de las letras de Puriantzícuaro y construimos el salón social. Donamos 50 árboles para embellecer el pueblo. Ahora queremos hacer equipo para construir un hotel aquí".
Con el liderazgo de gente como Beneranda y Omar y con la colaboración del ayuntamiento de Jerécuaro, parece que en Puriantzícuaro, lo mejor está por venir.